sábado, 17 de julio de 2010

Diario Confederal de Vicentín Capítulo 2

El otro día estuve con el gran timonel Maoragues salvando a uno de nuestros subditos. Resulta que en una de nuestras secciones sindicales (y pongo plural porque tenemos mas de una eh?) han tenido algún problemilla. Nos reunimos con los representantes de la administración pertinente (que eran unos señores de tomo y lomo, no como algunos niñatos que hay por ahí protestando contra nosotros) y también con ciertos integrantes de nuestra sección. Algunos de estos últimos son del comité de empresa, aunque como oficialmente están fuera de CNT no pasa nada.
Esta sección es una de las que iba a las elecciones sindicales y lo sigue haciendo. Al ser nosotros el único anarcosindicalismo real y verdadero que salvará a la clase trabajadora, simplemente decimos que echamos a los que se presentaron y pusímos un papelito firmado por todos los trabajadores (bueno, por el gran timonel en realidad, que es mas garantía que si lo hiciesen ellos) renunciando a las elecciones y reafirmandose en nuestro único anarcosindicalismo real y verdadero, ¡y ya está!
Como dijo cierto veterano anarcoenciclopedista una vez entre pasillos (que es donde se deben tomar las decisiones, como la virgen de la estrella manda) "la CNT siempre tendrá gente que va a las elecciones sindicales, lo mejor es tapar cuando eso ocurre". El resto de Andalucía sabe lo que pasa, pero nuestros amiguitos de Cordoba y el Puerto necesitan nuestros votos para limpiar la CNT de tocapelotas en el próximo congreso así que de momento podemos seguir con nuestras estrategias sindicales.
¿Sabeis lo mejor de todo? Cuando nos fuimos a comer con estos respetables señores de la administración, resulta que pusieron una multa por mal aparcamiento en el mercedes del Gran Timonel y gracias a nuestros amiguetes nos la quitaron. Que util nos será eso en Semana Santa...

1 comentarios:

Monito Salvador dijo...

Esperro que el Mercedes de nuestro seño estuviese bien limpio, que estube tre ora limpiando con el cepiyo de diente

yo como siempe a mandá, lo que dija lo señore